jueves, 29 de abril de 2010

Un Jueves de Sábado!

Otro jueves feliz, en el cual amanezco con una deslumbrante sonrisa. Me despierta mi vieja, café con leche de por medio y un sol que entra por la ventana con mucho, mucho estilo, algo así como flotando y dándole a la habitación un toque natural, como si no fuese habitación, más bien un espacio al aire libre.

Hago todo lo que tengo que hacer -ordenar, limpiar, etc- y la sonrisa se ensancha más y más y más. En el medio, recibo algún que otro mensaje de texto, de esos que transforman la sonrisa en una leve carcajada y me endulzan el espíritu por un rato. Por supuesto, no falta la banda que suena desde el estéreo, una voz hace años familiar que me acompaña fielmente y que seguramente perturba a los vecinos pero que a mí me convierte en una persona dinámica, casi hiperactiva.

Medio día, pleno sol sobre el jardín -algunas cosas se ven más verdes que antes- y la cocina repleta de cosas: es la hora de comer. Gente que va, viene, entran y salen, se mueven, hacen ruido. Energía que se transmite, que jamás se pierde, se regenera en el aire y vuelve a alimentarme, alimentarnos.

Pasadas las tres de la tarde, me siento acá y hablo con vos. Me entretengo un largo rato con alguna cuestión tecnológica (vaya a saber uno qué carajo estoy haciendo) para luego darle paso al mejor momento de la tarde: los mates más tradicionales que por alguna convención social son el lazo más fuerte entre ellas y yo, entre mi pasado -presente aún- y lo que soy hoy.

Y los mates se terminan, una pava se fue para darle paso a otra. Con alguna canción de fondo -maldito rock que se adhiere a mis sentidos- espero que suene el timbre, que caiga ese alma amiga que, entre risas, delirios, cuelgues, silencios y algunas otras cosas, me permite abrirme, soltarme, entregarme plenamente a una charla que limpia las asperezas del día a día y me deja brillante para la noche que se viene.

Una Luna me saluda, me pregunta como estoy y me invita a seguir vibrando este día, ciertamente maravilloso, que más parece un sábado por lo pacífico. Una cena (familia unida está todo bien) y otro jueves que pasa dejando un sabor dulce -salado, si tengo que elegir yo para que sea, si es posible, más perfecto. La cama nos espera, la calma nos abriga.

Buenas noches para vos... Hoy es un jueves feliz.

martes, 27 de abril de 2010

Despertar ya no sorprende

-Nada se. Absolutamente nada. Y me encanta que sea así.
-A mí también. Especialmente porque puedo sorprenderte.
-Sí, me encanta que me sorprendas.
-Tus facciones, tus gestos, tu mirada tiernamente iluminada… Eso es lo que me gusta de sorprenderte.
-Entonces, no dejes de hacerlo.
-Entonces no dejes de saber nada, nada de la nada misma, del aire mismo. Nada sepas.
-Entonces nada sabré… salvo una cosa.
-¿Qué?
-Siempre sabré que amarte cada día es la sorpresa más grande que me da el Sol cuando despierto, que me regala la Luna cuando me voy a dormir junto a vos.

Y con una sonrisa perfecta, me abrazaste fuerte, me susurraste al oído que me amabas y que lo harías siempre. Luego te miré a los ojos, sonreí sincera y dulcemente, cerré mis ojos y te di el beso más hermoso que jamás imaginé dar… y así nos quedamos dormidos, con aquel Sol como testigo silencioso y una Luna cómplice de un sentimiento indescriptible, único, eterno.



Más tarde despierto y me doy cuenta que todo aquello solo fue un sueño más, que todo el amor no es más que mi imaginación, otra historia que inventé para tenerte cerca y para creer que algunas cosas valen la pena, a pesar de que no existan.

domingo, 25 de abril de 2010

El borde

Una habitación.
Cuatro paredes: una de esponjosos almohadones, otra de hierro macizo, otra de vidrio transparente como sus ojos, y una última de espejo.
Un antiguo sillón y una mesa pequeña.
Una lámpara de pie, junto al sillón.
Un joven, pálido, recostado en el viejo mueble.
El piso de cerámica, increíblemente fría como su piel, se encuentra pintado con sangre, un rojo intenso que brota de su abdomen.
Se despierta, tiembla, se sacude con violencia. Una convulsión... y vuelve a perder el conocimiento. En la pared de algodón, existe una puerta de madera, con un pequeño rectángulo de vidrio en el centro. Una joven, casi tan pálida como él, entra en la habitación y se arrodilla a su lado. Toma su mano, le acaricia el rostro, deja escapar tres lágrimas, y se marcha.

Nuevamente, el joven despierta. El suelo está limpio, las paredes son de cemento, y de su puerta emana una luz intensa, cálida y atractiva. Camina hacia ella, lento.


Otra convulsión lo aleja de la luz, la puerta y el calor. Tiembla. Con dificultad logra levantarse y se ve a sí mismo reflejado en la pared. El piso está manchado de sangre. No entiende, no está herido. Gira sobre sus pies y la ve a ella, quien yace en el sillón. Su respiración es lenta, como si estuviera apagándose.
El joven toma su rostro en sus manos y se asusta porque está fría, helada. La joven abre los ojos con la poca fuerza que aún queda en su cuerpo. Sonríe y convulsiona de repente.


Un árbol. Dos, tres.
Un lago, cristalino... eterno.
Una casa en el borde del lago. Humo. Una hoguera mantiene la pequeña casa lo suficientemente cálida como para acogerlos a ambos.
La joven despierta, muy despacio. Se sienta en la cama y mira a su derecha. Ahí está él, durmiendo profundamente. Lo mira con dulzura. Un segundo interminable. Intenta despertarlo, se da cuenta que no respira. No respira, no respira, no respira.
El joven despierta al sentir una mirada anormal. Se sienta en el suelo y mira a su derecha. Ella permanece a su lado, pero por una extraña razón su corazón no late. No late, no late, no late.


Una joven en una habitación blanca despierta bañada en sudor. Sus manos están limpias, al igual que la cama metálica, el piso, las paredes y la puerta de hierro.

Un joven, ajeno a la habitación blanca, duerme eternamente en su casa de madera, junto al lago, la hoguera, y los árboles. La oscuridad, a pesar de todo, no le sienta bien a su pálido rostro.

domingo, 18 de abril de 2010


Someone's gonna give you wings

And you'll think it's what you need

And you'll fly.


jueves, 15 de abril de 2010

Alas y banderas

Y en este momento vamos a callar todos los sentidos, mientras la sombra de un delirio de antaño nos somete un largo rato entre los brazos de una melodía que fingimos apagar... como todo lo demás. Y ahí nos vamos a ahogar. Y ahí vamos a sentirnos desdichados, con un hondo hueco en el pecho que aclama, grita desesperado, que lo llenen de una vez. Y ahí vamos a dejar latiendo una urgencia innecesaria, vana y cruel, que nos asfixia con sus pequeñas manos, frías, pálidas, como si fuesen el blanco puñal del punto final que no quisimos escribir.

¿Quién va a comprenderla? Si nosotros no podemos, no podes, no puedo. Si ellos no pueden, ni ella, ni él, ni los de palo, ni el tercero que se instaló en la parte de atrás de nuestra somnolienta historia gris, que aún hoy sigue martillando contra las puertas que cerramos (plural porque elegimos tener dos copias de esa llave, una duerme en tus bolsillos, la otra opté por tragarla unos cuantos días atrás).

¿Y qué hacemos con la sombra, los fantasmas, los duendes que duermen en nuestro jardín de insomnio? ¿Dejarlos escapar? ¿Enjaularlos, criarlos en cautiverio como le hicimos al dolor? Quisiera dejarlos ir, devolverles sus alas y que solos, por sus propios medios, encuentren el camino a casa, el que les arrebatamos, del que los alejamos cuando quisimos jugarle la revancha al destino antes de que traicionara a nuestro instinto.

Y así vamos, ahí vamos… como náufragos a la deriva; como ciegos en la niebla; como sonámbulos en otra noche nauseabunda que nos abandonó en la negrura de estas tierras anchas.

Ahí vamos llegando. Toco tierra, toco un mar. Veo un cielo, nuevo, pleno. Cielo. Veo luz en él, magia. ¿Vos qué ves? ¿Qué oís? ¿Qué olés? ¿Sentís que te miran?

Yo puedo escucharlos, sentirlos. Huele a lluvia, exquisito nitrógeno empapando mi nariz. Puedo verlos, verme, ver manos, huellas, salidas, autopistas de papel sobre un pantano embriagador por su belleza. ¿Me ves, o cerraste tanto tus ojos que te obnubiló tu propia ignorancia y ahora ya no podes ni dejarte sumergir entre los ecos de la tenue luz que tan rápidamente se encendió a mi alrededor?

Y en este momento voy a despertar a mis sueños, voy a darles una balsa y los arrojaré al mar para que encuentren sus propias costas donde sembrar su gracia. Y será ese el momento donde mire mi propia isla, mi bandera, y realmente me sienta en casa, sin payasos que me aturdan cuando quiera dormir entre sahumerios de jazmín, sin multitudes que me empujen cuando yo quiera sentarme en la vereda a ver como cae la noche a través del humo, sin violencia en la mirada de los ciegos que reman contra la corriente porque ésta no los deja escapar.

Infinito será el momento en que queme nuestras fotos y endulce mi guitarra con nuestra canción, a la par de una lágrima que quizás elija lavar mi mejilla derecha. Infinito será ese momento a menos que decida cambiar la página para comenzar un nuevo relato sobre mí, mis alas, mis ojos y la eternidad de la enfermedad que llevo en la piel después de vivirte así, un aprendizaje embelesador que solo mi espalda sabrá apreciar pasados diez o cien años.

Y hoy decido enfrentarme a las literarias matemáticas. No hay momentos infinitos para mí, no más. A otra cosa, digo yo, y nos vemos a fin de año, cuando el resumen de cuentas me sermonee si es que esta vez ganan las deudas de los días que dejé escapar por no abrir los ojos un rato antes.






martes, 13 de abril de 2010

Sol de los pobres

Me hacía falta, mucha. Necesitaba ese cable a tierra que solo esas  personas saben darme... Es sorprendente como un par de chistes desatan un mar de carcajadas y euforia; como un par de pizzas, unas birras y una noche común (para más de uno solo fue una más, pero no para nosotros) se transforman en otro motivo para no perder la risa, la alegría, la magia que nos caracteriza.

Somos aquellos que poco tenemos, así nos alcanza... incluso nos sobra, porque aprendimos a dar el corazón a cambio de una mirada, una palabra, algún gesto tonto. Aprendimos a dejar el alma en la cancha por aquellas cosas que realmente valen la pena y aprendimos a no bajar los brazos aunque estemos contra las cuerdas.

Si querés reír, nosotros te hacemos cosquillas. Sentí corazón, sentilo... Pintalo de rosa, pintalo conmigo; SI ESTÁ UN POCO ROTO, COSELO CON HILO! ♪

Es bueno tener gente así en la vida, esos hermanos del alma, personas que no nos dan la espalda y que la pelean a la par nuestra. Algunos perdidos que entienden de batallas, de victorias y derrotas, de risas y lágrimas (simultáneas a veces), de quilombo y armonía... pero que aún así saben que en este viaje no estamos solos.

viernes, 9 de abril de 2010

Todavía su amor me da descargas ♪

Estaba pensando en algo que me ocurrió hace un par de días, y me acordé de una conversación que tuve con una persona muy particular.

El hecho: Estaba triste, me sentía sola y me puse a leer conversaciones con mi ex novio. Por alguna razón, hacer eso me hizo sentir mejor (cualquiera hubiese esperado que me ponga aún más triste y que lo extrañe más de lo habitual). Haciendo uso de su maravillosa habilidad para sorprenderme (diría él), me acompañó en ese momento. Fui consciente de que, no importa cuán separados estemos en tiempo, espacio, vida… él siempre va a estar ahí conmigo. Su amor lo llevo en el alma.

La conversación: Esta persona y yo estábamos en la playa, vi que tenía un tatuaje en la espalda, estaba escrito en chino o algún idioma que se usa para hacer ese tipo de tatuajes (se entiende). Le pregunté que significaba y me respondió que eran los nombres de sus padres, sus hermanos y sus ex novias. En ese momento, yo le dije que me parecía mal llevar en la piel el nombre de un amor que fracasó. A eso, él me contestó que no era así, que esas fueron personas importantes en su vida y que, a pesar de que no se amaran, siempre lo iban a ser por lo que le enseñaron.

Conclusión: Aquella persona tenía toda la razón… Lamentablemente lo puedo ver recién ahora, pero igualmente me pongo contenta. Quizás si lo hubiese comprendido hace dos, tres meses, algunas cosas serían diferentes y no tendría que recurrir a una conversación vieja, sino a él mismo. Pero, siendo optimista, esto me demuestra que lo que hubo entre él y yo fue algo “mágico” (para ponerle un nombre y que suene como se siente). Entre él y yo siempre hubo una especie de conexión que nunca supimos explicar y que poca gente (casi nadie) supo entender… Tuvimos miedo de que alguna vez se rompa; hoy me convencí de que jamás, jamás va a romperse.

Le debo muchas cosas a él; un te amo, algunas disculpas, y un gracias infinito, entre otras cosas.

Cuando una persona verdaderamente nos toca el alma, esa persona jamás nos deja, ni nosotros a ella.








lunes, 5 de abril de 2010

El paraíso de los relojes rotos

Tiempo. El tuyo, el nuestro, el del mundo. Corre y no para. Ellos corren detrás, a la par, sin adelantarse jamás a aquel tic tac que no deja de sonar monótonamente.

Quiero frenar y quiero pensar. No veo. Tantas siluetas se convierten en una sombra difusa, y lo que sea que estoy buscando (algo que perdí, tal vez) no logro encontrarlo. Nos persigue un reloj asesino que solo pretende unirnos a un futuro incierto; ¡a sentir pánico!...

Tiempo... de cambio, de crecer. ¿Para qué? Vivo repitiendo historias aburridas y cada vez me mortifican más y más. Siempre que tropiezo vuelvo a abrirme la cabeza, depositando en mi memoria otra herida blanca. Y mi tiempo no sabe curar esas heridas...

Vivimos esperando, sentados en el andén de una estación frenética... buscamos nuestro tren, el que nos llevaría a aquellas tierras idílicas donde el tiempo SI se detiene (incluso con chasquidos). Esperanzados, aguantamos días, meses, años, toda una vida sentados ahí, admirando unas vías invisibles, míticas (¿Existen?)...

Nos sostiene una ilusión, la que dice que tiene que haber algún lugar donde los relojes se rompan y el tiempo, con su siniestro tic tac, deje de ser otro enemigo del alma.

Quizás, esta vez, mi tren decida hacer una parada en mi estación y quizás (quisquilloso quizás) me deje subir... aunque sea por un rato.

jueves, 1 de abril de 2010

Condenado a ser lo que te quieren ser


Soy la que siempre escucha, la que está ahí. Soy paciente, comprensiva. Puta. Soy fácil, anti, histérica. Soy una calesita, soy lenta. Soy la que piensa, la que no. Soy la anoréxica, la que repudia la comida. Soy la traga, la inteligente, la que nunca se rebela.

Soy la que no para de hablar. Soy vaga. Soy la que se automutila, la que vomita cuando todo va mal. Soy insoportable, acomplejada. Soy joven, soy grande para ciertos ojos.

Soy Peter Pan (Crecé o no me ames!).

Soy la temerosa, la que duda. Soy depresiva, la enferma mental que siempre tiene problemas. Soy la que antepone la felicidad ajena a la propia. Soy egoísta. Soy manipuladora, vanidosa, soy cruel.

Soy inconsciente, indecisa, infantil, ingenua. Soy inconstante. Soy la amiga, la hija, la hermana, la buena, la mala, el accidente. Soy la confidente, la que guarda los secretos, la cómplice. Soy todo, nada. Soy maravillosa, linda, afortunada. Soy una persona angustiada, la que fracasa cuando se propone algo para sí.

Soy la mentirosa y la honesta; soy la divertida y la aburrida; la que siempre dice Sí, la que siempre dice No, la que nunca dice No. Soy la optimista, la razonable, la valiente. Soy cobarde. Soy melancólica, soy carnaval.

Soy lo que quieren que sea. Soy, soy, soy… y me cansé de ser, porque no soy ni la mitad de eso, no puedo, no quiero. Porque no puedo ser amante y amiga, no puedo ser leal y aventurera… porque no puedo, no soporto, vivir entre el tedio y la pasión. Soy instinto, impulso.


Soy aire y puedo volar.