domingo, 25 de septiembre de 2011

El ciclo de las hojas cayendo

Eras una hoja de otoño, cayendo lento,
bailando con el celeste del cielo,
ahogándote entre nubes de granizo.
Eras la tempestad al llegar a la esquina,
el porque de todos esos intentos
murmurando a la sordera de los necios.

Estabas donde estaban las preguntas,
y tus manos, como signos de interrogación,
se aferraban a lo único certero que brillaba.
Las palabras tenían sentido en su boca,
tu mirada tenía sentido sólo en sus ojos,
y el sentido de tus pasos seguía en silencio.

Prometimos un mañana coloreado,
verde y blanco, rojo, amarillo y azul,
la nostalgia de estar lejos al nacer el sol.
Dibujamos en el aire lo que pudo ser real,
y soñaste que los años eran vagos,
que los días del pasado no eran suyos.

Amanecen las sábanas y con ellas el sol,
y en ellas la manera en que cantás,
un dulce vaivén de hablar hasta sonreír,
de sonreír hasta estallar,
de estallar hasta renacer,
de renacer hasta volver a empezar,
de volver a empezar hasta vos,
de vos hasta saber que no queremos quedarnos callados,
de un silencio hasta hablar del ciclo que cumplen las hojas,
de hablar... hasta sonreír.