miércoles, 3 de julio de 2013

Nosotros, los otros

Las personas son. Las personas somos. De manera inevitable, irremediable. Nos hicieron así, y así nos vamos a quedar.Y todos van a defender lo mismo: soy lo que soy, quereme así o pegá media vuelta.
Como en las eternas discusiones de quien tiene razón y quien no. Nadie, nadie, nadie está dispuesto a sacrificar el pedacito de orgullo que está en juego en ese momento. Nadie, nadie, nadie se pregunta: quiero tener razón o ser feliz?
Porque muchos parlotean de lo mucho que dan, de la generosidad de su oído, su tiempo y sus actos.
Yo pienso que a veces se trata de dar lo que nos cuesta más dar, cuando el motivo es lo suficientemente noble como para darlo, cuando se trata de amor, quizás.

Y el problema es este: acá estamos nosotros, los otros, que pensamos al revés. La minoría pisoteada, la que vive dentro de un vórtice de incoherencias. Porque nadie, nadie, nadie entiende el placer de dar lo que más nos cuesta. Las manitas quedan vacías, pero vamos como en globo aerostático dando vueltas por el mundo.
El peor error es la expectativa. Lo que duele a veces, es la expectativa. El intento frustrado, cuando esperamos que haya al menos una persona que quiera mirar el mundo como nosotros, los otros, y se de cuenta que un abrazo tiene más poder que cualquier palabra en el momento justo.

Acá nos quedamos, nosotros, los otros, donde faltan abrazos. Donde sobra razón.

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