viernes, 3 de febrero de 2012

Y una vez me caí

  Soy el botón que se cayó debajo de la heladera. Ese que se pierde y se busca, sin ser encontrado, hasta que se dan cuenta que puede ser reemplazado por un botón similar.
  Porque los botones son insignificantes. Porque simplemente son un pequeño detalle que hace a un enorme todo, en un todo infinitamente más grande.
  ¿Qué es un botón entre un montón de botones? Sólo un botón. Uno más, entre muchos, de muchos parecidos a muchos.
  Porque los botones nos caemos donde no se les ocurre que podemos caer. Y ahí nos quedamos, por mucho tiempo, quizás junto a otros botones que alguna vez también se cayeron y nadie los encontró, y ese nadie los reemplazó por otro botón, mejor o peor.
  ¿Qué es un botón debajo de una heladera? ¿Quién lo piensa?
  Hasta que un día vuelven a encontrarnos y algo pasa. El reemplazado botón ya no tiene lugar; se vuelve innecesario y se pierde entre muchas cosas más que ya no hacen falta (adiós, botón!). Se olvidan de nosotros que caimos debajo de la heladera un día, y se olvidan todo el tiempo que estuvimos ahí abajo olvidados.
  Pero algunos botones tenemos más suerte. Alguien recuerda el lugar que ocupábamos antes de caer debajo de la heladera y ese alguien nos devuelve a nuestro lugar, al que pertenecemos, sin dejar que seamos olvidados como muchos otros botones. ¡Bien por nosotros!

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