sábado, 26 de marzo de 2011

Le gusta ser feliz

A él le gusta escuchar una canción con puras palabras. Le gustan las frases; le gusta que vayan lento.. No le gustan los solos, ni le gusta andar solo.
Me dijo, alguna vez, que le gustaría tocar la guitarra. Dijo, e hizo. Aprendió y tocó para mí. Después, no tocó más. No le gusta presionarse, no le gusta no disfrutar lo demás, lo cotidiano.
A veces se sentaba conmigo. No muy a menudo, pero lo hacía, y me contaba lo que quería ser de grande. Yo quería ser otra cosa, no esto que soy. A él le gustaban muchas cosas, supongo que por eso nada le gusta lo suficiente como para esforzarse.
Le dije, una vez, que me había enamorado. Después no me enamoré más, y él se quedó con todos mis cuadernos. Le pedí que no los tire; ahora me arrepiento. No le gusta que sufra de eso.
Le encanta amar. He loves to love. Piensa que a mí no me gusta, pero en el fondo, debajo de lo que se deja ver, donde está todo lo que no se ve, a mí me encantaría estar en su lugar. Pero shh... que no lo sepa. A él le gusta discutirme esas cositas cursis del corazón, con los pétalos de rosa en la cama y las canciones detrás de las fotografías; a mí me gusta que discuta.
Le gusta despilfarrar plata haciéndose feliz. O haciéndola feliz. De vez en cuando, haciéndome feliz. Y qué felices llegamos a ser! O tal vez no, pero disfruto su carita y sus ojitos sonriendo. Porque hace lo que le gusta, siempre.
A diferencia de mí, él sabe lo que le gusta. Por eso es tan feliz.
Incluso cuando está triste, sabe encontrar lo que le hace querer salir, seguir y ser. Y encuentra algo de eso en ella, en sus brazos, en su voz y en su boca. Hay días que lo encuentra en mí, pero esos tiempos se van con el cambio y con los años. Yo me fui y él se fue yendo lentamente.
Ahora nos gustan muchas cosas, pero a mí me gustaría estar lejos más que cualquier otra cosa. A él le gustaría mudarse, amarla hasta el fin de los tiempos y que el mundo se llene de ese amor que se les escapa por los poros todos los días.

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