Viste la puerta abierta, así, como de par en par. Solo tenías que entrar. La invitación estaba hecha, la luz de adentro afirmaba que lo único que tenías que hacer era dar un paso al frente.
- ¿Por qué tengo que entrar? ¿Qué hay ahí?
Te respondió una voz y en un tono casi celestial te dijo que adentro te esperaba la felicidad y lo único que te faltaba era aferrarte a ella, abrazarla y dejarte abrazar.
- ¿Y si no es a mí a quien tiene que abrazar?
Y nadie te respondió; la luz sólo se hizo más intensa y acogedora, y, acompañada por una tentadora calidez, insistió con la invitación. Te repetiste la pregunta en tu cabeza, la invertiste, la mezclaste, la reformulaste una y otra vez... Cerraste los ojos unos segundos (a veces la penumbra de nuestro razonamiento nos aclara las ideas)...
- ¿Y si esto es lo que buscaba?
La misma voz te contestó. Abriste los ojos con suavidad y mientras escuchabas sus palabras, la puerta se iba cerrando, la luz se iba apagando y tu espacio se congelaba.
"Queremos más lo que se pierde."
5 comentarios:
Particularmente en TU caso, pensarlo es perderlo.
A vos no te rinde pensar las cosas, probablemente la termines comiendo doblada 6 veces de 6. Pero es lo que te hace interesante.
Sldos.
Near
Al menos soy interesante... Dramática-mente interesante..
¿Qué pasa si un día dejo de pensar?
Dejás de existir ¿?
Serias una idiota y dejarias de ser interesante.
O sea, lo interesante es, en realidad, como queres hacer interactuar las dos cosas.
Sldos
Ves, inevitablemente no podés dejar de tratarme como idiota, sea más o menos interesante, idiota al fin.
JA.
Digo más de lo que parece... sh.
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