Encerrada entre las cuatro paredes de mi cabeza no hace ni frío ni calor. No hay humedad, no llueve. No hay ruidos, ni trenes ni mares.
Bajo un techo de ideas alucinógenas, el suelo es macizo. Macizo y sin obstáculos. ¿Dónde cabe tanta ficción?
Miro a través de mi ventana, afuera hay sol. Adentro, en mí, no marca una diferencia.
Ahí, acá donde estoy, no pasa nada.
Y me cansé de que no pase nada. Entonces... entonces, qué? Me quedo mirando como un espectador.
No!
Bienvenidos al carnaval! Dejo de dormir y salgo a fallar. Sí, fallar!
(Lo mismo da si resulta bien o mal).
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