La pared verde combina perfectamente con la alfombra negra. La pared blanca hace juego majestuosamente con la alfombra verde, siempre y cuando tenga algunos toques en un tono manzana. Y las paredes rosas, wow, se ven tan bien con tu alfombra roja.
Hay más de lo que se ve, más que ver que no querés ver. Dejás ver menos de lo que hay, más de lo sentís.
Tu mundo de chocolate, no lo vendes tan bien como deberías y estás dejando que todo se erosione, que las paredes se agrieten y que tu fiesta se llene de agua. Tu columna vertebral es una seguidilla de signos de interrogación, alineados perfectamente en una pregunta que choca contra las paredes de tu cerebro constantemente, buscando salir, escapar, pero que nunca dejás tomar forma; sobre el rojo chocolate, tu espalda se contorsiona violentamente, tus ojos convulsionan hasta explotar y empieza a derretirse tu piel.
Todo lo que es tuyo pierde forma.
Un paso al costado de la ficción, sabés que a todos nos pasa lo mismo, mal que bien, y solemos remontar cualquier arranque caprichosamente cruel que el azar nos propone. Pero vos, parecido a un ovillito de lana sobre el suelo de la habitación de alguien más, creés firmemente que sos un ser especial, abzurdamente especial (igual que todos nosotros). No encontrás la respuesta a tu interrogante. No está en el techo, no está en la cama, no está en el cuerpo usado que dejaste sobre ella, ni en tus manos empapadas, ¿en qué?
Lo que el tiempo no pueda resolver, será lo que se coma tus huesos.
Se derrama tu cerebro sobre el piso y todo es humedad. Está latiendo tu sien, a la par de un grito que enmudece la canción que suena desde tu computadora. Living in an empty world, in an empty world... porque todo lo que tu mundo tenía de bueno, está triturado, molido, desparramado afuera, de la puerta hacia fuera. Y vos, adentro de tu ego, adentro de las cuatro paredes de tu mente, adentro de tu cuerpo vacío.
Donde todo es más sensible, todo duele el doble.
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