Una de cal, sobredosis de arena!

Ni todo blanco, ni todo negro... ni todo puro, ni una multitud de desgarbados que han hecho y deshecho infringiendo leyes, límites y una moral indiscutible (si?).

Ni sol, ni luna, ni confesiones entre las nubes.

No me vengas a hablar de cincuenta y cincuenta, ni de las dos caras de una moneda.

Decime, si, que el ying y el yang de vez en cuando es más ying que yang.. y que cada tanto (dejando en claro que no siempre), la sombra se enfiesta con lujo y goce a la luz.

Por favor, hablemos en serio y asumamos la realidad tal cual es: cada tanto las mariposas se extinguen y nos sobra polen, color, rosas y una canción de amor.

El equilibrio existe... utópicamente. Son fases, la etapa clara y la etapa oscura que vive una planta en 24 horas, que vivo yo por ser un vegetal más! Y bien sabemos que el día no reparte equitativamente la seguridad del sol. Es invierno y son más las horas que duermo que las que gasto mis pies viajando entre los rayos cálidos de aquel astro marginal.

No me mientas más, aceptemos que es más lo que se tropieza que lo que uno puede subir escalando peldaños. Cuando la buena comienza a gatear, la mala pegó el estirón!

(Yo tengo memos en la piel para no olvidar desde donde vengo subiendo).

Hoy sumé menos diez en mi haber, sabés? Ayer sumé dos (positivo, sí!). Pero no se compensa. Ni llego al cero, ni lo supero.. Siempre en banca rota, perdiendo hasta el polvo que queda en mis bolsillos. Y cada día que pasa, se me va más la sonrisa, única capaz de detener el caudal de lágrimas almacenado en los lugares más impredecibles de mi cuerpo.

Pesimista ciento por ciento, me voy a dormir con un volcán en el pecho... (si es que alguna vez desperté).