No importaba más. Importaba si su cara era larga... o si estaba flaseando la sonrisa. Si la falseaba, estaba bien. Total, las almas ya no eran espejos.
Tomó todo lo que tuvo a su alcance, y lo desechó. Iba a empezar de cero... y como las almas no son espejos, no dio cuenta que había tirado lo que debía conservar y conservó lo que debió haber soltado hace tiempo. Pero bueno, no importaba más nada.
Dejó de caminar, de correr. No sonrió más (me encantaría volver a verte reír). No lloró más. Y si lo hizo, nadie lo notó. Vivió, entre comillas, como una persona normal; total, las almas no eran espejos, no iban a notar la sequía en su cuerpo.
Pero pronto, ya no importaba que deje de cantar o que ya no mueva sus pies en un intento de bailar un rocanrol. Y de un momento a otro, ya no importaba que sus ojos no fueran profundos, más bien ausentes; y que sus manos estén siempre frías. Y menos importaba que a todo dijera que sí (a todos). Si, al final, las almas ya no eran espejos, ¿quién iba a reflejar tanta dejadez?
Y de cero al menos diez va... como las almas ya no son espejos, nunca va a encajar. Sólo supo ser Sol, sólo supo brillar, sólo supo ser fuente de energía, para promover el cambio, para promover la risa, la magia, el entusiasmo. Pero ahora, no más... su luz no sabe volver. El espejo de su alma sólo refleja sombras.
2 comentarios:
Como me gusta verteeee reiir (8)
Hay veces que hay que decir que nooo
Es bueno a veces no decir que si ♪
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