martes, 11 de mayo de 2010

Hide and seek

Todos tenemos secretos. Buenos, malos, íntimos.
Algunos los compartimos con algún alma cercana porque creemos que nos comprende, nos sostiene o simplemente se mimetizan con un sentimiento a través de ese pequeño secreto.
Algunos secretos están cargados de alegría, otros pueden llegar a ser terribles y temibles.
Todos tenemos secretos, todos tenemos algo guardado, algo que nos hace sentir misteriosos... Es algo que no mostramos abiertamente porque de esa forma entendemos –inconscientemente- que una parte de nosotros queda reservada solo para nosotros mismos o, como mucho, a una o dos personas más. Y pensándolo de esa forma, tener secretos está bien. ¿No?
¿Qué pasa cuando secretamente te estás matando? ¿Qué pasa cuando ese secreto, ese ínfimo detalle que no estás contando es el que te está consumiendo? ¿Qué pasa cuando sabés que dejarlo ir podría salvarte y, sin embargo, no podés hacerlo por miedo a ser juzgado? ¿Qué pasa cuando tus secretos te dominan, te condicionan? ¿Qué pasa cuando ese secreto te ata al silencio?

Secretos... Todos tenemos secretos, yo los tengo, vos, ella y él, el vecino de enfrente. Algo ocultamos, de algo privamos al entorno, a quienes nos rodean... A veces, incluso a nuestros seres más cercanos y queridos. Siempre, indefectiblemente, hay algo que no le confiamos a nadie, a veces siquiera nosotros mismos admitimos que lo estamos escondiendo… Esconder, como si estuviese mal – ¿está mal?-, como si temiésemos que alguien pudiera robarlo, cambiarlo, arruinarlo.

Sí, podrían arruinarlo. Dejaría de ser secreto, no habría misterio, no habría juego para jugar (no te buscan, no buscas, no te encuentran, no encontrás; ¡sal de donde sea que estés!). No habría peligro, no existiría esa adrenalina de ser descubierto o no, de que te pesquen haciendo eso que tanto temen. Le quitaría diversión a tantas cosas que hacemos, somos, decimos, pensamos, guardamos.


¿Qué pasa si te quedás callado sin pedir ayuda? ¿Qué pasa si por jugar con fuego te estás quemando y, por cobardía, no hablás a tiempo?
¿Qué pasa si el secreto muere con vos? ¿Qué pasa si es el secreto lo que te mata?
¿Qué pasa si hablás y tu casita de paja se viene abajo? ¿Qué pasaría si alguien te descubre y se pone en el papel del lobo feroz, sopla y derrumba tu casita? ¿Qué es peor?
¿Te callarías un secreto si supieras el daño que puede causar a largo plazo?

Todos tenemos secretos. Algunos los amamos tanto que corremos el riesgo de que se conviertan en uno de esos amores que matan, amores por los que mataríamos.

lunes, 10 de mayo de 2010

Mía -sin- querer

"Es sabido que cuando uno siente que las cosas no pueden ser mejor o que por lo menos está viviendo un estúpido y frágil equilibrio vital, las mismas tienden a desmoronarse casi instantáneamente. Tengo la alucinación de que cuando uno es ignorante de su propia felicidad puede conservarla mucho más tiempo y en mejor estado."

Ana entra en escena, casi sin querer; Abzurdah - Cielo Latini

sábado, 8 de mayo de 2010

No todas las luces te esperan igual

Viste la puerta abierta, así, como de par en par. Solo tenías que entrar. La invitación estaba hecha, la luz de adentro afirmaba que lo único que tenías que hacer era dar un paso al frente.
- ¿Por qué tengo que entrar? ¿Qué hay ahí?

Te respondió una voz y en un tono casi celestial te dijo que adentro te esperaba la felicidad y lo único que te faltaba era aferrarte a ella, abrazarla y dejarte abrazar.
- ¿Y si no es a mí a quien tiene que abrazar?

Y nadie te respondió; la luz sólo se hizo más intensa y acogedora, y, acompañada por una tentadora calidez, insistió con la invitación. Te repetiste la pregunta en tu cabeza, la invertiste, la mezclaste, la reformulaste una y otra vez... Cerraste los ojos unos segundos (a veces la penumbra de nuestro razonamiento nos aclara las ideas)...
- ¿Y si esto es lo que buscaba?

La misma voz te contestó. Abriste los ojos con suavidad y mientras escuchabas sus palabras, la puerta se iba cerrando, la luz se iba apagando y tu espacio se congelaba.

"Queremos más lo que se pierde."

martes, 4 de mayo de 2010

Sin pensar

Y cerrás los ojos, dejándote llevar por esos flashes que siempre te atrapan cuando te vas a dormir. Ves pasar un mundo y te preguntas: ¿dónde voy? Abrís los ojos, y no encontrás una respuesta. Latente queda aquel mundo, destellando en tu memoria somnolienta. Y ya no querés pensar.

Y cerrás los ojos, dejándote atrapar por algo más que un simple flash, pero te ves envuelto en una magia interminable y no querés soltarte. Oís que alguien te habla, te cuenta una historia nueva. Y vos le preguntas: ¿cuánto más debo deambular acá? Abrís los ojos y el mundo no está. Cambió. Se evaporó, se incendió, se destruyó. No sabes que pasó. No lo querés pensar.

Y cerrás los ojos, dejándote atrapar por otras manos, otras ideas y éstas te muestran un cielo nuevo, un abismo nuevo, un camino nuevo.
Levantas la mirada: un cielo azul se impone sobre vos y lo admiras porque sabes que no vas a volver a verlo. Tu cielo siempre es gris.
Mirás al frente: se extiende, infinito, un camino de paz y armonía que te gustaría caminar.
Bajas la mirada: bajo tus pies no hay nada, te espera un nuevo golpe, otra caída eterna e insoportable. Sabés lo que es.
Abrís los ojos y el mundo es el de antes. Extrañás el cielo azul y la calma impregnada en el aire.

Cerrás los ojos con fuerza. Los abrís. Los cerrás, los abrís, cerrás, abrís. Mentís, cerrás! Abrís!
Querés pensar. Tu mente se bloqueó. Querés pensar y no podes. Y no haces más que caer, sin pensar, sin creer. Caés

domingo, 2 de mayo de 2010

La lluvia va a caer, va a mojar mi piel, va a curar este maltrecho corazón. Voy a volver a ser, voy a volver a respirar... Voy a lavar la sangre de mis heridas y voy a volver a empezar, esquivando charcos, reparando goteras. Vamos, juntos, a vencer todo tipo de obstáculos y la lluvia apaciguará cada ola de furia... y la lluvia nos mojará y luego nos mostrará un brillante sol para calentar tu cuerpo, el mío. Y así nuestras almas volverán a ser puras como el primer día, como esa tarde, como cada beso que archivé en el rincón más preciado de mi memoria, donde nadie te toca, nadie te mira, nadie podría borrarte jamás..

Estarás siempre en cada gota de lluvia. En cada gota, y nada más.