No me gusta como se visten, ni como se peinan, ni como se mueven. Parecen marionetas, parecen de plástico. Y tengo que escuchar, con los ojos abiertos, la boca cerrada, los oídos quien sabe donde. Sí, claro, tengo que escuchar... traduzco: escucho una música particular que no concuerda con los movimientos de sus labios.
Si me preguntan por que, no sabía que responder, porque realmente esa es la típica pregunta que dejaría en blanco en un examen, a la que le pondría una carita feliz o un signo de interrogación. Entiéndase: no tengo la más puta idea de que tiene que ver esto conmigo.
El mundo está lleno de meláncoles y el mundo está lleno de mediócratas y el mundo está lleno de psicofármacos para calmar uno o lo otro y el mundo está lleno de ilusores, ilusos, ilusiones e ingenuos. Es que simplemente no tengo idea de lo que me están hablando, entonces termino hablando de nada en particular (perdón, olvidé cual era el tema del día).
Las mentiras caminan, las verdades duermen la siesta, y duerme de noche, y las mentiras tienen insomnio, y las verdades, mientras duermen, gimen de dolor, y las mentiras se ríen, y los borrachos vomitan, igual que algunas bulímicas. Y los isoprenoides forman esteroides y a nadie le está importando, total, ya pasó y la mitad está durmiendo sobre un libro distinto, para una marioneta distinta. Pero es todo plástico, y es inflamable, y es infalible (mente, ja!) que tarde o temprano me queme como mala pirómana que soy.
Clic. Que haga clic. Uh, perdón, yo soy pobre y no tengo para descolgarnos. Yo me tengo que sentar a esperar, y que paciencia sea un poquito menos fiestera y se quede conmigo, aunque sea por unos años. No, gordi? Totalmente! Aguante nuestro cliché!
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